CRÓNICA | Aquel disparo contra David Vallenilla también fue una afrenta cobarde contra la República

Momento cuando David Vallenilla cae vilmente asesinado a quemarropa. Archivo JEPVzla

Aquel viernes 23 de junio de 2017, David José Vallenilla fue presentado en las portadas de la prensa nacional como el “manifestante 75” fallecido tras doce semanas de protestas contra el régimen de Nicolás Maduro.

El asesinato de este joven enfermero la tarde anterior pudo haber quedado en la memoria del venezolano como “otra víctima más” de aquellos días aciagos, otro dato estadístico que pasa a engrosar los archivos que duermen el sueño de la impunidad en los despachos de justicia del país, pero no fue así; su asesinato fue un acto cruel, bastardo, hecho con saña demencial difícil de digerir, y cuyo recuerdo aún gravita en nuestros pensamientos con el mismo impacto inicial.                      

Y es que a David Vallenilla lo mataron a quemarropa frente a la prensa, en las inmediaciones de la base aérea Generalísimo Francisco de Miranda, conocida como La Carlota; peor aún, lo mató un efectivo militar, de esos que se supone no deben apuntar las armas de la República contra su propio pueblo, parafraseando la angustiante proclama del Libertador hacia el Ejército venezolano en los albores de nuestra vida republicana.

El joven no tuvo tiempo de alzar las manos para rendirse; fue apuntado y amputado de la vida en un mismo acto. Pero aquel fogonazo no solo rompió su existencia: fue una afrenta cobarde contra la República, contra sus instituciones, contra sus ciudadanos, contra la estabilidad democrática que  merecemos.                                                         

Sí, aquella herida apartó violentamente a David de los suyos, de sus sueños juveniles, del calor de su familia que pese a haber obtenido justicia aún reclama que encarcelen a los verdaderos culpables, a quienes dieron la orden de disparar a matar.

Los sueños de David Vallenilla perviven entre quienes luchan a diario por un presente próspero y un futuro de dignidad. El país que soñaban los héroes caídos entre 2014 y 2019 sigue siendo materia pendiente. Por ello invocamos su causa, clamamos por justicia y exigimos respeto y protección a la vida.

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