BOLETIN #26 – Cada 10 de diciembre se enciende en el mundo la luz de los derechos humanos, y renace en la humanidad el ideal de justicia y la reivindicación de la memoria histórica

EDITORIAL

En el Día Internacional de los Derechos Humanos clamamos por la vida y la justicia

Los derechos humanos son aquellas condiciones que le permiten a la persona su realización, en consecuencia, pertenecen a toda persona, por el simple hecho de su condición humana, para la garantía de una vida digna, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.

Así, un defensor de derechos humanos es una persona que trabaja, de manera pacífica, en favor de los derechos proclamados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Se defienden derechos humanos denunciando, documentando o informando, promoviendo campañas para la promoción y protección de estos derechos. Es un defensor de derechos humanos un abogado que asiste una causa de presos políticos y su derecho a un juicio justo o una madre de exige verdad y justicia, un periodista que informa sobre casos de abusos o violaciones, un profesor o un trabajador que lucha por el respeto de sus derechos económicos, comunidades campesinas e indígenas que se organizan para defender el reconocimiento de sus derechos, organizaciones que luchan contra la impunidad de los autores de violaciones de los derechos humanos.

Y es así como en la Venezuela de ahora, son cientos y cientos de personas quienes siendo víctimas directas o indirectas de violaciones de derechos humanos, han asumido la responsabilidad de luchar incansablemente por la efectiva vigencia de tales derechos. Somos muchos quienes hemos entendido que cuando ocurre la violación a los derechos humanos, ocurre una afrenta contra la vida democrática y la convivencia sana de una sociedad.

Y si bien son muchos los dolores, demasiadas las heridas, irreparables las pérdidas y multiplicadas las adversidades, la peor crisis de derechos humanos de nuestra historia reciente nos ha vuelto sin duda, una sociedad más consciente y responsable, solidaria y fortalecida en la lucha por la libertad y la justicia, por la paz y el bienestar social.

Hoy, somos más quienes de forma responsable y determinada construimos memoria, trabajamos por la justicia y propiciamos garantías de nunca jamás tanto dolor. Tenemos entonces renovadas esperanzas de justicia porque sabemos ahora que depende de nosotros y, en consecuencia, será una realidad.

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