Boletín #29 – Generar memoria histórica para la consolidación de valores de una convivencia democrática

Editorial

En Venezuela hemos visto incorporado a nuestro coloquio denominaciones como emergencia humanitaria compleja, y aún sin que muchos comprendan la dimensión de esa expresión, la escuchamos repetida constantemente; nos corresponde entonces dar contenido a esa expresión: es una crisis humanitaria grave que suele ser el resultado de una combinación de inestabilidad política, conflictos y violencia, desigualdades sociales y una pobreza subyacente. Más detalladamente suelen resultar de la combinación de los siguientes factores causales:

  1. a) El debilitamiento e incluso quiebra y fragmentación del Estado, según el grado de descomposición se suele hablar de Estados débiles, frágiles o fallidos.
  2. b) El hundimiento de la economía formal y el auge de la economía informal articulada mediante redes clandestinas.
  3. c) Un conflicto civil o interno.
  4. d) La HAMBRUNA, como proceso de incremento de la desnutrición, la pobreza y las epidemias, que en ocasiones son deliberadamente provocadas como mecanismo de despojo de los sectores vulnerables.
  5. e) El éxodo y las migraciones forzosas, causados por la necesidad de la búsqueda de ayuda y, sobre todo, por prácticas de persecución y destrucción como la limpieza social, además de originar oleadas de refugiados

En ese escenario se encuentra actualmente nuestro país y en medio de eso, nos arropa ahora una pandemia, que no es más que la propagación de epidemias a nivel global.

Visto esto así, es evidentemente grave la situación en la que nos encontramos los venezolanos; inmovilizarnos y quedarnos en casa es vital, pero el gran dilema es ¿quiénes y cómo atenderán las necesidades de los grupos más vulnerables? los presos políticos, por mencionar un grupo que nos compromete como organización, siendo que son sus familias, hoy inmovilizadas quienes soportan el suministro de lo más básico; comida, agua potable y medicamentos.                                                              

En este contexto tan alarmante, el clamor de medidas humanitarias para los presos políticos se vuelve un grito desesperado ante la comunidad nacional e internacional, pues tal parece ser la única forma inmediata de salvaguardar sus vidas e integridad física.

Como organización y, más aún, como ciudadanos se nos impone generar todas las acciones necesarias para preservar la vida y la integridad de nuestros conciudadanos, es hora en que la solidaridad debe convertirse en una necesidad, es hora de la clemencia y el cuidado, es hora de mirar hacia el otro. Es hora sí, de quedarnos en casa, de cuidarnos para cuidar, pero es hora también de mirar por la ventana y extender hilos de ayuda y apoyo. Es hora de concienciar respeto a estos aconteceres; evitar la pandemia no dependió de nosotros, padecerla en medio de una emergencia humanitaria compleja si tiene sus responsables, de tal manera que corresponde además construir memoria histórica, preservar en el recurso colectivo las causas que nos colocaron en tan precaria situación, para una vez superada –porque sin duda la vamos a superar– reconstruirnos como Nación, retomar valores, restablecer el Estado y dejar atrás un pasado tan dramático sin olvidar jamás, para nunca más padecer los mismos dolores.

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