CRÓNICA | Oscar Navarrete busca entre sus recuerdos la grandeza del futuro

«Sostengo que cuanto más indefensa es una criatura, más derechos tiene a ser protegida por el hombre, contra la crueldad del hombre”.


Mahatma Gandhi

Soñar con ser parte del sistema de justicia y aportar para su dignificación en un país como Venezuela que exhibe altos índices de impunidad, ciertamente es un acto plausible; pero mantener ese sueño en el horizonte tras sufrir persecución por el simple hecho de ejercer el derecho constitucional a la protesta, experimentar la brutal represión policial de esta época, padecer en carne propia cómo se niega el derecho a la salud pública por motivaciones políticas y no tener acceso a la justicia para alcanzar la reparación de los daños sufridos, es un gesto de vocación democrática, firmeza institucional y fe en Venezuela propio de la ciudadanía de otrora que extrañamos en esta patria baldía, despojada de principios, valores y argumentos de superación.

Oscar Navarrete, un joven estudiante nacido en Caracas, padeció estos rigores, pero sigo creyendo en el país donde vio la luz primera, el 14 de enero del 2000; sobrevivió milagrosamente gracias al impulso amoroso de una humilde familia que cuida de él y mantiene una lucha constante para brindarle la atención que requiere. Pese a la condición de salud que afecta su memoria y la fluidez del habla, Oscar no olvida los sueños esperanzadores que manaban a borbotones antes de ser violentados sus derechos fundamentales aquel 18 de mayo de 2017, cuando nuestro país objeto de múltiples tropelías demandaba justicia, libertad, educación, prosperidad, futuro.., mientras la esperanza hecha jirones a zarpazos tiránicos palidecía ante la rabia, dolor y llanto de un pueblo oprimido en sus reivindicaciones.

“Quiero levantarme y caminar mejor, porque quiero seguir estudiando y graduarme en criminalística”- le confiesa Oscar a su madre cada vez que ventean intermitentes los recuerdos del 2017 y su memoria vuelve a preñarse de ilusiones.

Derechos bajo fuego

Aunque la experiencia no deja de ser dura y el corazón a veces flaquea, el amor maternal y el tiempo que todo lo cura abonan el camino para que Elizabeth Ruíz se cruce una y otra vez con la mirada de Oscar, pose sus manos donde él guarda sus mejores sueños y escuche atenta cada palabra con docta paciencia. Ella rememora emocionada los hechos que cambiaron la vida de su hijo y, sin duda, del hogar que a diario procura mantener a flote.

“Oscar poco a poco ha recobrado la memoria, pero no recuerda lo sucedido en Altamira (Caracas), cuando cayó herido. Él no merecía tanto ensañamiento; fue atacado a quemarropa, a menos de 10 metros, con una bomba lacrimógena; testigos aseguran que había funcionarios de la Guardia Nacional disparando. Cuando él es derribado por el disparo intentaron rematarlo en el suelo, pero no pudieron porque la gente lo impidió”- relata Elizabeth, mientras aprieta los labios y no aparta sus ojos maternales de Oscar, quien escucha atento a su lado como intentando reconstruir los hechos, buscando quizás una explicación para entender tanta miseria humana que medra en el poder, que con fuerza persuasiva amenaza expoliarnos el futuro con su impune depredación.


Elizabeth Ruiz, poderosa y maternal protección que guía los pasos de Oscar Navarrete

Esquemas de represión sistemáticos

En medio de gases tóxicos y el ruido demencial de proyectiles cayó Oscar Navarrete cuando fue impactado a un costado del pecho, tal como ocurriera con Juan Pablo Pernalete Llovera, quien veintiún días antes había fallecido victima de shock cardiogénico por traumatismo cerrado de torax, tras ser víctima de idéntico esquema represivo suficientemente denunciado como patrón sistemático puesto en práctica para acallar las protestas.
Tras ser herido, Navarrete fue llevado de urgencia a un centro asistencial de la zona donde estuvo 40 minutos sin reaccionar, y tras una cuarta reanimación pudo recobrar las funciones vitales; luego permaneció dos meses en coma, sufrió un paro cardiaco y finalmente los médicos diagnosticaron un estado vegetativo.


¿Coincidencia o patrón represor sistemático? Juan Pablo Pernalete, Oscar Navarrete y otros jóvenes fueron atacados a quemarropa en 2017.
Portada Cortesía: 2001.

De la herida física a la herida moral

Para Elizabeth Ruiz fue dramático afrontar la tragedia que vivió su hijo: un cuadro clínico desesperanzador, la crisis humanitaria, una economía familiar acosada por la presión diaria, la inestabilidad emocional que produce una situación de este tipo y la desmotivación general que planea sobre el país pusieron a prueba su resistencia en medio de tan sombrío panorama.

“Fue indignante presenciar cómo los cuerpos de seguridad del Estado merodeaban los centros de salud tratando de impedir que se brindara asistencia médica a quienes procedían de las protestas. En principio tuvimos que ingresar a Oscar con otra identidad para resguardar su integridad física; fue muy duro presenciar esa violación del derecho a la salud, sobre todo por el estado crítico en que se encontraba mi hijo. Posteriormente fue desalojado abruptamente de un centro de rehabilitación, tras conocerse la procedencia de sus heridas”- lamenta Elizabeth.

Sabido es que la negación a la atención sanitaria por motivaciones políticas es una flagrante violación al derecho humano a la salud, en el caso venezolano consagrado en el artículo 83 de la Constitución Nacional.
En 2017 a la familia Navarrete le tocó experimentar esta repudiable maniobra del poder que busca desmoralizar a la víctima y allegados, lo cual ha sido denunciado ante instancias nacionales e internacionales. El silencio cómplice de las instituciones encargadas de defender los derechos ciudadanos en nuestro país ha vertido más dudas acerca de la independencia de los poderes del Estado.

En busca de sanación y reparación

En Venezuela existe el equipo multidisciplinario que puede brindar la atención integral que requiere Oscar Navarrete en tópicos como hidroterapia, psicopedagogía y terapia del lenguaje. Su madre abriga la esperanza de conseguir el apoyo necesario y suficiente para que esto se lleve a cabo.

“Agradezco a las personas que han estado pendientes del caso de mi niño, especialmente a los diputados de la Asamblea Nacional. Ahora pido a quienes llegue este mensaje, por favor me ayuden a tramitar las terapias que son muy costosas en moneda extranjera, igualmente los medicamentos, la alimentación rigurosa que debo suministrarle y los traslados diarios que terminan siendo muy costosos”. Elizabeth toma aire profundamente, alza la mirada como buscando inspiración divina, y prosigue su relato: “Oscar me dice que quiere seguir estudiando para servir a nuestro país, y yo quiero que mi hijo pueda caminar mejor, recuperar la memoria, el sentido del habla, sanar totalmente pues para que pueda desenvolverse en sociedad y ayudarnos a construir ese futuro”.

Con esta emoción nos despidió Elizabeth Ruiz, una madre que diariamente ayuda a Oscar Navarrete a hurgar entre sus recuerdos para mantener ardiendo la llama de esperanza que flamea en su memoria


Oscar Navarrete, tras el ataque que sufrió en 2017, renació a la vida, pero ahora requiere apoyo solidario

AYUDA | Elizabeth Ruiz nos autorizó a publicar sus coordenadas para aportes económicos:
Banesco, cuenta corriente
0134-0401-1940-1304-2337
Elizabeth Ruiz
CIV 12.294.467
Tlf: 0424-2265564

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