CRÓNICA | La ausencia temprana de Alixon Pisani
A este joven venezolano, recordado en ciertos círculos como la “primera víctima mortal de la represión en 2019”, le fue arrebatada la vida a la tierna edad de 19 años, cuando los sueños e ideales están cuajando plegados a la pueril existencia.
‘¡Muy temprano para morir joven!’, lamentarán algunos, pero los poderosos que se alimentan del terror que ellos mismos generan para perpetuarse –como diría el poeta-, poco o nada saben mirar con condescendencia hacia abajo; su oficio es amenazar, violentar, silenciar para la eternidad, expropiar nuestro hálito vital. Ese fue el destino de Alixon Osorio Dos Santos Pisani, quien asomó por primera vez su rostro a la brisa orinoqueña de Ciudad Bolívar, el 21 de julio de 1999, en medio de un bramar de aguas oficiante del alumbramiento.
En Altavista los sueños fueron nublados por la consternación
Por esas cosas de la vida, apenas recién nacido, Alixon fue trasladado a Caracas donde su tía Nivea Alcira Troloro se encargó de prodigarle amor y protección de madre, le inculcó valores familiares y veló por sus estudios académicos, primero en la escuela Cecilia Pimentel y posteriormente en el liceo Miguel Antonio Caro, ubicado en Catia, muy cerca del lugar donde rindió tributo a la vida, aquella noche infausta del 22 de enero de 2019.
“Alixon vivió su corta vida en Altavista. Como todo joven tenía muchos sueños, pero le gustaba trabajar para apoyarnos en el hogar. Se empeñó en proveernos de todo lo necesario para que estuviésemos bien. Él decidió sacrificar sus estudios por nosotros y creo que ese sentimiento de solidaridad lo impulsó a alzar su voz por la situación del país, por la crisis que estamos viviendo”, nos relató Nivea Alcira con el dolor tambaleante en los labios, mientras secaba un par de lágrimas zigzagueantes en su rostro.
La penosa condición de ser la “primera víctima del 2019”
Apenas logró reconfortarse, prosiguió su relato con ánimo recobrado, decidida a que la memoria acudiera presurosa a reconstruir los hechos y le permitiera terciar la congoja y la impotencia que se acumulan inútilmente cuando se pierden las querencias.
Se dispuso a hablarnos acerca de la impronta trágica de enero, de cómo los venezolanos salieron a las calles en esa oportunidad a respaldar pacíficamente la insubordinación del Escuadrón Montado de la GNB en San José de Cotiza, amén del impacto social de aquellas manifestaciones que tuvieron fuerte arraigo popular en Los Mecedores, El Valle, Propatria y Catia, siendo intervenidas violentamente por el régimen para evitar un efecto contagio.
“A Alixon lo asesinan en el marco de estas protestas, un día después del alzamiento en Cotiza y en víspera de la marcha convocada para el 23 de enero, lamentablemente fue la primera víctima de la represión en el 2019. Él y varios vecinos se encontraban apostados gritando consignas en un callejón frente a la estación del metro Gato Negro, no representaban peligro para nadie, es más ni siquiera afectaban el tránsito por la avenida Sucre”, resalta Nivea Alcira
¿Quién asesinó a Alixon Pisani?
Un disparo sonó en la noche y la muerte abrió sus fauces para clavarse en el intercostal izquierdo de Pisani; aún se desconoce qué cuerpo de seguridad ejecutó la acción. Testigos señalan que en medio de la oscuridad, cerca de las 10:30 pm cuando el joven cayó mal herido, había en las cercanías funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana, del Comando Nacional Antiextorsión y Secuestro (Conas) de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y la Fuerza de Acciones Especiales (Faes), sobre quien recaen las sospechas por el patrón de represión demostrado durante las protestas del 2019.
“Alixon fue recogido por sus amigos y trasladado en moto hasta un hospital cercano donde trataron de brindarle los primeros auxilios, pero arribó muerto. Cuando llego al sitio veo que hay varios funcionarios que buscaron intimidarnos, quizás con la intención de que no denunciáramos lo ocurrido. Tuvimos que salir por la parte posterior del hospital para poder resguardarnos”, recuerda amargamente nuestra interlocutora.
¡Qué solos se quedan los muertos!
Los compromisos diarios, la impunidad reinante en el sistema judicial venezolano y la corrupción generalizada en las instituciones venezolanas han hecho palidecer a Nivea Alcira Troloro en su lucha por enjuiciar a los responsables del asesinato de Alixon Osorio Dos Santos Pisani, aunque no descarta reemprender acciones judiciales. Según nos confesó, un fiscal asignado por el Estado venezolano concluyó que “el caso está cerrado porque no hay evidencias” de interés criminalístico, una declaración tan patética como reprochable, pero propia de quienes detentan la vocería institucional en esta hora menguada de la República.
Al terminar la entrevista, nos fuimos repasando las palabras de esta madre lacerada por las circunstancias personales que ha atravesado, por la violencia política que nos carcome y la ausencia de Estado de derecho. Inmediatamente acudieron a nuestros pensamientos aquellas rimas profundas de memoria y autoreflexión de Gustavo Adolfo Bécquer: “¿Vuelve el polvo al polvo? / ¿Vuela el alma al cielo? / ¿Todo es sin espíritu, podredumbre y cieno? / No sé; pero hay algo que explicar no puedo, / algo que repugna aunque es fuerza hacerlo, / el dejar tan tristes, tan solos los muertos”.