MEMORIA DE LA REPRESIÓN (II) | La lucha y el ejemplo de Juan Pablo Pernalete laten en nuestros corazones
“No podrán ocultar su ejemplo a las futuras generaciones. Las huellas de su lucha están frescas en nuestro tránsito diario. Pese al tiempo corrido, la crisis económica, social, política y moral se ha acrecentado; la opresión, la hiperinflación, la censura a los medios de comunicación, la persecución política, la corrupción, el colapso de los servicios públicos, la desigualdad social, la exclusión, etc, empeoran al paso de las horas”.
En abril de 2017 estalló la ola de descontento y rechazo a la sentencias 155 y 156 del Tribunal Supremo de Justicia que dejó sin poderes a la Asamblea Nacional legítima, otorgándose nuevos poderes a sí mismo y al régimen.
Ante el secuestro de las instituciones reflejado en esta usurpación de funciones del Parlamento, miles de venezolanos, entre ellos el joven caraqueño Juan Pablo Pernalete, apelaron al derecho constitucional de protestar cuando los derechos democráticos son conculcados. En un solo grito, aquel día se escuchó en las calles el reclamo nacional por el restablecimiento de los poderes al Legislativo, la apertura de un canal humanitario para solventar la crisis que aún no cesa y un cronograma electoral creíble, digno de confianza.
Tras cuatro meses de manifestaciones y represión demencial, un total de 163 venezolanos perdieron la vida por abusos y violaciones a los derechos humanos cometidos por los organismos de seguridad del Estado y bandas paramilitares. El 98% de los casos se mantienen impunes.
UN CORAZÓN EN BUSCA DE PLENITUD
Juan Pablo Pernalete Llovera era el único hijo de José Gregorio Pernalete y Elvira Llovera. Había nacido en la capital venezolana, el 28 de diciembre de 1996. Fue un aventajado estudiante de Contabilidad en la Universidad Metropolitana y amante del básquetbol, pasatiempo que compartió con vecinos de distintos colegios cercanos a su comunidad, a quienes instruyó desinteresadamente.
Él, un joven con muchas aspiraciones, solidario, compasivo y de grandes ideales de justicia -como confesó su madre a la prensa venezolana-, le incomodaba que otros jóvenes carecieran de oportunidades en un país administrado erráticamente y sin perspectiva de futuro, lo cual motivó su salida a las calles en 2017, en medio de la inestabilidad económica, social y política que se extiende hasta el presente.
EL LATIDO DE LA MUERTE
El miércoles 26 de abril, Juan Pablo se dirigió junto con varios amigos a la urbanización Altamira, donde se llevaba a cabo una manifestación pacífica. Al cabo de unas horas perdió la vida en unas de las calles, según el informe forense, producto de un “choque cardiogénico” causado por un traumatismo en el pecho que detuvo su corazón. Poco o nada pudo hacerse en el momento. El golpe fue certero, seco, paralizante y evitó la irrigación del órgano encargado de poner en marcha todo el sistema circulatorio.
Testigos del hecho dijeron que ese día funcionarios antimotines de la Guardia Nacional dispararon gases lacrimógenos a los manifestantes, pero en lugar de apuntar hacia arriba, dispararon directamente contra ellos.
A un mes del hecho, la fiscal general ahora en el exilio, Luisa Ortega Díaz, concluyó que Juan Pablo Pernalete falleció tras recibir el impacto de una bomba lacrimógena disparada por efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana, pero hasta ahora no hay avances en la investigación y un velo de impunidad lo cubre todo.
Para la Organización de Estados Americanos, este homicidio califica como un crimen de lesa humanidad.
LAS RAZONES QUE UN CORAZÓN COMPRENDE
En enero de 2020 murió María Gabriela Pernalete, hermana de Juan Pablo, tras librar una dura batalla contra el cáncer. En medio de esta terrible tragedia que nuevamente enlutaba a la familia Pernalete Llovera nos enteremos de una historia que hasta entonces no había salido a la luz pública.
Y es que aquel joven estudiante y basquetbolista que tal día como hoy desafió al aparato represor del régimen y a la muerte en nuestras calles, estuvo impulsado no solo por ideales de solidaridad con el prójimo y la defensa del bienestar colectivo, que ya son actos conscientes admirables.
Aquel 26 de abril de 2017, Juan Pablo Pernalete Llovera se abrió paso entre la multitud en Altamira exigiendo el abastecimiento de medicamentos contra el cáncer para que su hermana pudiera sobrevivir a la enfermedad, y como ella todos quienes padecen las mismas circunstancias.
Así ofrendó su corazón este joven venezolano, como convalidando lo dicho por Blaise Pascal casi cuatro siglos antes: “El hombre dotado de razón es susceptible a abrir su corazón”.