CRÓNICA | El asesinato de Daniel Queliz: crónica de una doble tragedia familiar

Fue una de las tres víctimas de Policarabobo en 2017

Siempre se ha dicho que la ilusión de tener un hijo motiva en toda mujer una serie de imágenes donde proyectan la vida de ese ser, la propia vida de la madre y de la familia, un ritual donde presente y futuro se funden en maternal esperanza. Gleniz Araca, una noble dama de nuestro malhadado país, experimentó este sentimiento a mediados de 1996 al lado de su esposo Alexander Queliz, tras enterarse que en su vientre se cuajaba el ímpetu de amor que ambos solventaron con hondura y tibieza.

El 5 abril de 1997, Daniel Alejandro Queliz asomó su llanto al mundo en medio de la sorpresa y la alegría de padres, familiares y allegados que celebraron emocionados el nacimiento. Quiso el destino que Daniel Alejandro fuese el único hijo de la pareja, por ello recibió a manos llenas el amor, la bondad, la comprensión, la educación y la orientación que todos los padres prodigan a sus pequeños. En medio de esas atenciones creció Daniel Queliz, llegando a convertirse en un joven atento a sus obligaciones laborales y estudiantiles, en medio de las complejidades de una Venezuela que se proyectaba al nuevo siglo.

Entrada la etapa adulta, cinco días después de haber celebrado 20 años de edad, la fatalidad se cruzó en el camino de este joven que buscaba las respuestas al sombrío panorama económico y social que eclipsaba su futuro. Era 10 de abril de 2017 y el país ardía por los cuatro costados.

UN DISPARO FATAL

Ya había caído la tarde con su amasijo de luces y sombras, desplegando un telón de oscuridad  sobre el Conjunto Residencial Los Parques, parroquia Miguel Peña de Valencia, estado Carabobo, lugar donde Queliz y un grupo de vecinos protagonizaban una de las muchas manifestaciones pacíficas contra las sentencias N° 155 y 156 del Tribunal Supremo de Justicia que facultaron a Nicolás Maduro a dictar leyes, sin aprobación de la Asamblea Nacional legítima, de mayoría opositora.

Relatan testigos que súbitamente los manifestantes fueron cercados en un lugar cerrado y controlado, de tal forma que la protesta, que no era de dimensiones considerables, pudo haber sido atendida utilizando métodos civilizados. Pero no, aquellos sujetos arribaron mostrando sus prácticas policiales de “comprensión humana” y, para no ahondar en penosos detalles, diremos que simplemente dejaron en evidencia el uso desproporcionado de la fuerza y la intención de causar daño, más allá de disuadir a los manifestantes pacíficos.

Tras el cese de las detonaciones que en principio fueron atribuidas a la manipulación de artefactos de gases lacrimógenos, la angustia, la confusión y los reproches en defensa propia se apoderaron del lugar. En un momento de la refriega alguien gritó: “¡Le dieron a Daniel, le dieron!”.

Dos proyectiles perforaron su humanidad: uno impactó en su mano izquierda y el otro en la nuca, con consecuencias fatales.

LA LEY AL SERVICIO DE LA INJUSTICIA

Cinco policías de Carabobo, que pernoctaban en el comando adyacente al conjunto residencial, fueron señalados por los vecinos como los autores de la arremetida. El Ministerio Público imputó a Marcos Ojeda, supervisor jefe y Edwin Romero, oficial del organismo policial, por los delitos de homicidio intencional, uso de armas orgánicas y alevosía.                       

Así, Daniel Queliz se convirtió en la segunda víctima mortal del total de 160 fallecidos en medio de las protestas ocurridas entre abril y julio de 2017, de acuerdo con el registro actualizado de Justicia, Encuentro y Perdón.

Para la familia Queliz Araca la pérdida supuso una tragedia inenarrable; perder un hijo implica un proceso de dolor que, en términos lingüísticos, resulta inabarcable por las palabras, quizás porque grafica lo antinatural del proceso humano.                                        

Gleniz Araca, la misma mujer que en 1997 experimentó feliz el nacimiento de su único  hijo, no pudo franquear el dolor y, la depresión que dejó el adiós definitivo. El martes 1° de mayo de 2018 acabó con su vida dentro de su residencia,  sumando así una nueva tragedia al hogar que apenas se reponía del impacto inicial.                                                                                                                             

 

“Destruyeron a mi familia directa, mi continuidad, apagaron los sueños de Daniel. Acabaron con mi hogar, con lo que mi esposa y yo construimos. Éramos una familia feliz, con nuestras carencias como cualquier familia venezolana, pero ese momento marcó un antes y un después. No es fácil. Me quedé sin mi único hijo y un poco después sin mi esposa. Los pedazos de mi vida han quedado esparcidos en el piso y tengo que ver qué hago con ellos”

Declaró a un medio local Alexander Queliz, padre de Daniel y viudo de Gleniz, en julio de 2018.

Para este venezolano despojado de sus afectos familiares directos, el suicidio de su esposa fue consecuencia del homicidio de su hijo, una suerte de doble homicidio. “Cuando el policía Marcos Ojeda asesinó a Daniel, también le quitó la vida a mi esposa”, reflexiona sin inmutarse cada vez que recuerda las experiencias vividas en 2017 y 2018. Ahora transita el largo y tortuoso camino de la justicia, mientras eleva la lucha por la memoria de su hijo y de su esposa

PERFIL

Daniel Alejandro Queliz Araca nació el 5 de abril de 1997. Al momento de su asesinato cursaba el tercer año de Derecho en la Universidad Arturo Michelena.                                                                     
Fue descrito como un joven trabajador, colaborador y dicharachero, según testimonios de sus vecinos. Un miembro cabal de la comunidad en la se había criado y donde perdió la vida.  En 2017 se convirtió en la primera de ocho víctimas de la represión de los cuerpos policiales en el estado Carabobo.
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