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MISERICORDIA

Aunque Marbelín María Camacaro Pereira se prepara para salir todos los jueves a las 4:00 am hacia el terminal de Barquisimeto a veces llega agitada y angustiada pasadas las 9:00 hasta donde está José David. No quiere perderse ni un solo minuto con él. Tiene tres horas y media que se vuelven nada para verlo a los ojos, hablarle y saber cómo está. Después que el autobús la deja en la avenida Vargas, debe tomar otro transporte y esperar hasta que se llene de pasajeros. Se baja en la última parada y de ahí camina 40 minutos más hacia el sur de la ciudad. Tiene tres meses de embarazo y otros dos niños que deja con la abuela mientras va a llevarle a José David lo que más le gusta: galletas y pasta con pollo. De regreso, puede que ya sea de noche cuando llega a su casa. No importa que se le suba la tensión o se maree durante el viaje. Para Marbelín la semana se redujo a un solo día. El día en el que puede ver a su hijo, trasladado al Retén de El Manzano, en el estado Lara, desde el 10 de agosto de 2024. Tiene apenas 14 años.

 

El adolescente fue detenido arbitrariamente en Carora por efectivos de la policía estadal, junto a su padre, cuando lo acompañaba a comprar una bolsa de arena el pasado 30 de julio en medio de la ola de arrestos masivos que aplicaron los cuerpos policiales del Estado en el contexto de los comicios presidenciales. Lo acusaron de llevar un saco con material incendiario. En la audiencia de presentación telemática desde Caracas los funcionarios sólo le dijeron a su madre que la iban a contactar por teléfono. Después de casi un mes nadie la ha llamado ni se ha dado alguna sesión que ayude a demostrar la inocencia de José David Crespo Camacaro. Pasan los días y Marbelín lo único que espera es ese contacto teléfonico que pueda significar el final de una maldad que no logra entender. Mientras no la llamen lo que le queda es prepararse para el siguiente jueves. Está cansada de llorar, confundida, sin dormir y sin ganas de comer. En medio de su indefensión sólo atina a pedir, por favor, a quien sea que logre escuchar su voz débil y entrecortada que le den la libertad a su hijo y a su esposo. 

 

La camisa amarilla sin usar

Marbelín podría visitar a José David dos veces a la semana, pero sólo puede ir a verlo los jueves, pues nada más para pagar pasaje de ida y vuelta debe disponer de 40 dólares. Para no perderse noticias de él, los martes va su cuñada. Aparte, necesitar el apoyo de su mamá para que atienda a sus otros dos hijos, de 7 y 12 años; los vecinos del sector El Chirico también tratan de ayudarla en lo que puedan y como puedan. Tener a un familiar preso y sin ningún tipo de garantías es complejo y costoso. En el caso de la joven ama de casa de 30 años, la situación se multiplica por dos. Los sábados debe organizarse para visitar a su esposo, Israel Crespo, quien permanece en la sede de la GNB de Carora desde el momento de la detención. “Me dice que no aguanta las piernas porque en el calabozo donde está hay 12 personas más y no queda espacio sino para agacharse. Además, está preocupado por su hijo desde que se lo llevaron para El Manzano”.

 

Es atender las necesidades de una casa con adultos mayores y niños pequeños; es llevar comida cruda a Israel y comida preparada para José David; es llevar artículos de higiene personal para los dos; es llevar agua potable para los dos, sobre todo para José David, “porque me dice que el agua que toman es muy salada y les da diarrea”; es llevar jabón para que pueda lavar el uniforme gris que tuvo que comprarle cuando lo trasladaron al retén; fue también buscar el dinero para pagar una camisa amarilla “que se la pidieron para las audiencias” y que hasta ahora tiene sin usar.

 

Le contó al juez lo sucedido con su papá

El martes 30 de julio, Israel Crespo salió con José David a buscar un dinero en casa de su jefe para comprar un saco de arena. El obrero de 32 años trabaja en una ferretería elaborando bloques, haciendo repartos y cargando suero, que también distribuyen los dueños del negocio. A las 5:00 pm fue interceptado junto a su hijo por efectivos de PoliLara en la Avenida 14 de febrero de Carora. No fue sino hasta las 11:00 pm que a Israel le permitieron una llamada. Logró comunicarse con su hermana y ella fue quien corrió a darle la noticia a Marbelín.

 

En la audiencia telemática de presentación de José David ningún funcionario habló a excepción del juez. Ante la acusación de llevar un saco con palos, piedras, botellas con gasolina y un yesquero, el adolescente de 14 años le contó al magistrado lo sucedido: acompañaba a su papá a comprar un saco de arena cuando fueron detenidos por la policía estadal. La respuesta del juez fue que en 10 días hábiles se efectuaría la siguiente audiencia. A José David le asignaron una defensora pública que está en Caracas que no presentó ningún argumento en ese momento y tampoco se ha comunicado con su mamá. Lo último que le dijeron a Marbelín en El Manzano es que las audiencias comenzarían el 4 de septiembre.

 

El caso de José David Crespo Camacaro se sumó al de otros 128 adolescentes registrados en apenas tres semanas por organizaciones de la sociedad civil, luego de que se realizaran los comicios electorales del 28 de julio. Las denuncias presentaron el mismo patrón inédito de persecución y encarcelamiento: menores de edad, entre los 13 y 17 años, detenidos de forma arbitraria por los cuerpos de seguridad del Estado en situaciones completamente aleatorias; imputados por cargos como terrorismo, traición a la patria, instigación al odio, asociación para delinquir y obstrucción de la vía pública; sin derecho a asistencia legal privada o de una ONG; procesados en audiencias en conjunto para detención y presentación con personas adultas; recluidos en condiciones precarias, y en algunos casos, incomunicados, aislados o sometidos a desaparición forzosa temporal.

 

Un total de 86 adolescentes fueron excarcelados, con medidas cautelares, durante el 29 de agosto y el 1° de septiembre. Marbelín se quedó esperando que le avisaran que el nombre de su hijo estaba en esa lista.

 

No está conmigo, como debería ser

 

José David acaba de pasar a tercer año de bachillerato con buena conducta y buenas calificaciones. Le gusta tener amigos, ayudar a su papá en el trabajo y cuidar a sus mascotas. Tiene un pequeño corral con cerdos y chivos, y sueña con entrar a la universidad para graduarse de veterinario. Estuvo detenido en la sede de la GNB de Carora desde el 30 de julio hasta el 10 de agosto cuando fue trasladado al Centro Socio Educativo Pablo Herrera Campins, en el El Manzano, al sur de Barquisimeto. Es el menor de todos los jóvenes con los que comparte celda. La psicopedagoga del retén dice que se porta bien, pero que casi no habla.

 

Cuando dan las 12:30 pm y termina la visita de los jueves, Marbelín se despide de su hijo con tristeza y preocupación. “Sólo sé cómo está un día a la semana. Los demás, no sé… No está conmigo, como debería ser”. Sus hermanos, tíos y abuelos lo extrañan y lo lloran.

 

José David le ha confesado a su mamá que permanece prácticamente en vigilia. “Parece que hay mucha bulla dentro del penal”. Marbelín tampoco tiene cómo saber si esa es la verdadera razón o es que a su hijo le da miedo quedarse dormido. “Se pone a llorar porque quiere que lo suelten… Me dice que lo primero que va a hacer cuando regrese a su casa es llegar directo a dormir”. 

 

Porque por las naturalezas trágicas

tomamos consciencia de la profundidad del sentimiento.

Y sólo gracias a los desmesurados conoce la humanidad su última dimensión.

Stefan Zweig. La lucha contra el demonio

 

Misericordia

7 de septiembre, 2024

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