CRÓNICA | EL PUEBLO DE CARORA DONDE REINÓ EL HORROR

El caso de Lidia y Eduardo Luis Ramos

Bendita será usté entre las mujeres, 
así le dijo Dios un día a María. 
Y yo le digo a usted comadre mía 
que aquellos hombres buenos cuando mueren 
del cielo nos miran to’ los días

El ahijado / Diomedes Díaz. 

El 24 de enero de 2019 en la tarde, Lidia Ramos Torbello tuvo que ir y venir dos veces al CICPC y dos veces a la morgue de Carora, estado Lara, para confirmar que su hijo había sido asesinado en el sector Calicanto, luego de que vecinos y testigos alertaran a la familia sobre la desaparición forzosa de Eduardo Luis Ramos Torbello, cuando vieron que se lo llevaron en un vehículo negro, sin placas. Dos horas antes, su amigo de la infancia, Luis Enrique Ramos Suárez, había sido asesinado – según testigos – por las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) con sus padres, hermana, sobrinos y vecinos como rehenes.

Juan Guaidó acababa de juramentarse en Caracas, como presidente Encargado, un día antes, el 23 de enero, y convocó a la oposición venezolana a retomar las calles, para alentar el proceso ofrecido de liderar un gobierno de transición y organizar nuevas elecciones, si Maduro se retiraba del cargo.

En Carora, las protestas registradas generaron acciones represivas por parte de los cuerpos de seguridad y horas más tarde, un audio anónimo de whatsapp se hizo viral en la región: “Un saludo a la gente de Carora. Mi hermano, les voy hablar claro. Esta noche vamos a tomar Carora, el hampa de Calicanto, La Chalet, vamos a salir bien armados con escopeta, fonda, vamos a salir con todo, con chivera, con revólver, con todo lo que tengamos, viejo. Vamos a acabar con esa alcaldía, va a salir el combo de Toso, Toyo, va a salir Justo, va a salir Canilla el grande, va a salir Candelilla, vamos a salir todos los combos de La Chalet. El combo de Cabeza e Piña, esa gente va para allá, vamos acabar con todo, vamos a acabar con ese Gobierno, hoy se toma Carora señores, hoy se toma Carora. Habla el hampa de Calincanto, viejo”.

Una sola voz fue suficiente para condenar

Un mensaje de audio con todas las características de un fake news, en el que se lanzan amenazas al garete, sin dar nombres y apellidos, sino alias de supuestos cabecillas de bandas de la zona, fue más que suficiente para que, en menos de 24 horas, órganos de seguridad identificaran y arremetieran contra dos de los presuntos responsables: Luis Enrique Ramos Suárez y Eduardo Luis Ramos Torbello.

Luis Enrique Ramos, residente del sector Calicanto y joven muy conocido en la zona como deportista y cantante de la iglesia católica, recibía el apodo desde niño de “Cabeza e` Piña”. Luis Enrique asistió a la concentración del 23 de enero, pues ya había dejado clara su postura desde las manifestaciones de 2017. Su amigo de la infancia, Eduardo Luis, también hizo sentir su voz en la comunidad como opositor. Sin embargo, y de acuerdo a lo que relatan familiares y amigos, ni siquiera asistió a la manifestación del 23 de enero de 2019.

Entre las 6 de la tarde y las 7 de la noche del mismo día, un hermano de Luis Enrique comenzó a escuchar el audio donde lo mencionaban por su apodo y al nombrar Calicanto, se inquietó, porque supo que la nota de voz le estaba llegando a muchas personas. El reporte de la ONG Provea sobre el caso, relata que “Luis Enrique de inmediato se comunicó a través de Facebook con el autor del audio, un joven conocido como ‘El Chula’, quien se encuentra en Colombia, le dijo que había sido una broma y decidió quedarse tranquilo”. En el momento del suceso, varios medios de comunicación registraron que el hermano de Luis Enrique afirmaba que se podía confirmar dicha aclaratoria: “Hay pruebas donde él conversa con el chico de la nota de voz, quien le pide disculpas”.

Otro audio circuló entonces, al día siguiente, el 24 de enero. Era la misma voz que decía que todo había sido una broma. “… qué pena con esa gente de Carora, con esa gente que nombré por ahí, eso era un chalequeo, mi hermano, quiero que rieguen esta nota, que llegue a los colectivos, que llegue a la Guardia Nacional, que llegue a toda esa gente […] Ahí no hay gente de Calicanto, ahí no hay nada, nadie va a hacer nada, eso es pura mentira”, se escucha en el segundo audio que tal parece que nunca llegó a los oídos de los cuerpos de seguridad regionales, pues entre las 3:00 y 3:30 de la tarde del 24 de enero – según expresan familiares de las víctimas y testigos – una comisión de las FAES de aproximadamente 20 funcionarios, entró a la comunidad de Calicanto y acordonaron la zona alrededor de la vivienda de la familia Ramos Suárez. Nadie podía entrar ni salir.

El reporte de la periodista Keren Torres, describe cómo Luis Enrique Ramos, de 29 años, fue sometido de rodillas en el piso y con las manos hacia atrás, mientras a sus padres los golpearon y apuntaron con armas, y amenazaron a niños entre 2 y 10 años, a dos adolescentes de 13 y 14 años y a una hermana con condiciones especiales. “Una de las frases que repetían los hombres de negro y pasamontañas era: malditos, no querían libertad, ¡salgan pues!, mientras arrastraban a los miembros de la familia Ramos hacia afuera de la vivienda. No llevaban orden de allanamiento y cuando los integrantes de la familia Ramos se atrevieron a preguntar, les respondieron: Denúnciame si quieres, pero yo soy la ley”, afirma el texto publicado en El Pitazo y RunRunes.

Los integrantes de la familia Ramos Suárez fueron sacados a la fuerza de su propia casa, en calidad de “detenidos” y solo quedó Luis Enrique adentro. Los reportes indican que el joven fue trasladado herido de gravedad, al Centro de Diagnóstico Integral (CDI) de la comunidad, donde falleció. Cuando la familia llegó a la morgue del Hospital Pastor Oropeza de Carora, fue notificada de que el cuerpo del Luis Enrique Ramos Suárez lo habían ingresado alrededor de las 4:30 de la tarde. La minuta policial del FAES indica que el procedimiento se produjo a las 4:40 de la tarde.

 

La amistad que trascendió

Cuando Eduardo Luis Ramos escuchó lo que había ocurrido en la vivienda de su amigo Luis Enrique, quiso saber sobre su estado, y se dirigió hasta el CDI donde se dijo que lo tenían. Cuando llegó, ya el cadáver había sido entregado a la morgue.Relatan los testigos, que de regreso a su casa, a escasas cuadras del centro asistencial, acompañado de una amiga, desconcertado y en shock con todo lo sucedido, Eduardo Luis fue interceptado por un vehículo Ford Fiesta, color negro, sin placas. Eran las 5:30 de la tarde, aproximadamente. Funcionarios de las FAES lo abordaron para registrarlo y luego una voz desde adentro del carro gritó: “móntalo”. A su amiga la dejaron aterrada en plena calle y como pudo, corrió a avisarle a la familia. Una hora después, Eduardo Luis Ramos Torbello estaba muerto.

En la minuta policial se lee que Eduardo Luis Ramos era el supuesto “Candelilla”, a quien se hacía alusión en la famosa nota de voz sobre el asalto a la alcaldía de Calicanto. “Ese día hubo una cosa muy extraña… A él no lo nombran en ese audio. Nada que ver ese nombre con mi hijo”, declara su madre la señora Lidia Ramos. En el momento de lo sucedido, otro familiar aclaraba: “Eso es mentira, a él nadie le decía así. En Calicanto al único que le dicen Candelilla es a un señor mayor, quien huyó junto con su familia por el temor de que algo malo les pudiera pasar”.

Eduardo Luis tenía 30 años, era bueno en básquet y le gustaba el vallenato. Trabajaba como taxista en el centro comercial Buenaventura, en Caracas, y tenía menos de un mes de haber regresado a su pueblo natal. Llegó el 30 de diciembre de 2018 a Calicanto, después de cuatro años de estar separado de su familia, pues se vio precisado a buscar mejores ingresos que les permitieran sobrevivir. Cuando les tocó reconocer su cuerpo, la señora Lidia y otros familiares solo le vieron un disparo en el pecho. Y también se dieron cuenta que quedó al lado del cadáver de su amigo de toda la vida, Luis Enrique, a quien le observaron, además de dos tiros en el tórax, golpes en todo su cuerpo. “Un PTJ nos explicó que Eduardo se había enfrentado a la comisión del Faes en una vereda, cerca de la casa”, reveló un familiar al momento de ser entrevistado por los medios.

Antes de la tragedia, Lidia Ramos recuerda que por ser principio de año, iba tranquila a sus actividades en la Iglesia San José de Calicanto, mientras disfrutaba de la compañía de su hijo. “Él estaba en la casa, salía por las tardes a jugar basquet, a menos de una cuadra de la casa, y ahí se quedaba como hasta las 7 y luego ayudaba a un señor que tenía una venta de comida rápida en las noches”.

El pecado mortal de disentir

En rueda de prensa ofrecida por Kleyder Ferreiro a los medios de comunicación, el funcionario de la gobernación de Lara hizo alusión a que el audio viral de WhatsApp le sirvió a los cuerpos de seguridad para identificar a miembros de bandas de delincuencia organizada que operaban en la zona, “que son ampliamente conocidos, que no se hicieron conocidos por el audio, se hicieron conocidos por todas las actividades delictivas que han desarrollado en Torres”.

En cada uno de los casos, Ramos Suárez y Ramos Torbello, tanto Ferreiro como las reseñas emitidas por las autoridades aluden a que los jóvenes fueron asesinados en supuestos enfrentamientos porque hubo “resistencia a la autoridad”. A pesar de que en ambas situaciones sobran los testigos que presenciaron los atropellos, maltratos y violación a los derechos humanos de las víctimas, el secretario de seguridad de Lara sostuvo el punto en su encuentro con los medios de comunicación. “Reiterativamente lo hemos dicho, si usted es delincuente, le llega el FAES, entréguese, no se enfrente, porque no va a poder ganar ese enfrentamiento”, advirtió, antes de finalizar sus declaraciones del momento.

En el pasado, Luis Enrique Ramos Suárez tenía un señalamiento sobre una riña doméstica “Sí, tuvo una pelea con mi hermana, años atrás, y ella lo denunció. Una pelea de hermanos que al final resolvieron. Pero eso de que era un azote de barrio y cabecilla de una banda, es totalmente falso”, aclaró uno de los hermanos Ramos a los medios, en 2019.

Por otro lado, en la minuta policial de Eduardo Luis Ramos Torbello, se menciona que tenía un registro por lesiones personales, con fecha del 10 de mayo del año 2011 y un segundo antecedente por comercio de sustancias estupefacientes y psicotrópicos, del año 2008. “Así hubiese sido el peor delincuente, no hubo juicio, no tuvo derecho a la defensa… nada, lo ajusticiaron, como si aquí existiera la pena de muerte. Violaron la ley y los derechos humanos”, denunciaron los familiares a la periodista Keren Torres.

Aparte de haber compartido los entrenamientos en básquet y el fútbol, así como colaborar con la dinámica de la iglesia, Ramos Suárez y Ramos Torbello coincidieron también, junto con sus familias, en su postura de opositores al gobierno de Maduro, y en consecuencia, de expresar su inconformidad en cuanto situaciones que se presentaron con el consejo comunal de la zona y sus representantes. “¿Protestábamos? sí, cada vez que podíamos íbamos a las marchas. Somos opositores, más no políticos”, afirmó en 2019, uno de los familiares de Luis Enrique.

Al respecto, la señora Lidia Ramos advirtió a los medios en su momento, que una semana antes de su asesinato, Eduardo Luis tuvo una discusión con integrantes del consejo comunal por la repartición parcializada de agua que le estaban dando a los vecinos, desde un camión cisterna. “Mi hijo se molestó y les fue a reclamar, incluso se subió a la cisterna hasta que llenaran todos los tanques igual para todos”. Tres años después de su muerte, argumenta que: “Yo digo que a raíz de ese único problema que él tuvo, fue que pasó lo que pasó”.

En una ocasión anterior, la señora Lidia también había discutido con esa misma líder del consejo comunal de Calicanto, Laura Vargas, conocida como “Laurita”, por negarse a firmar unas listas que llevaron casa por casa, para la venta de carne a la comunidad. “No, vivimos en democracia, si yo no quiero firmar no lo hago… igualito yo no como por las bolsas del Clap, si no me las dan yo no me preocupo por eso”. Hasta los momentos, los representantes del consejo comunal, han negado su participación en los hechos anteriormente descritos.

Bienaventurados los pobres de espíritu porque ellos verán a Dios

 

Después de levantar a sus siete hijos a punta de lavar y planchar para otros, a la señora Lidia Ramos lo que le queda es el amparo de su fe católica para sobrellevar la muerte de Eduardo Luis. Ya es el segundo hijo que pierde como resultado de operativos policiales turbios. “Ya yo pertenecía a un grupo de apostolado desde que me mataron a mi otro hijo, llevo 14 años en la parroquia y ya ahorita me refugio allí y en mi Dios, más nada, porque Él es el que me da la fuerza”.

Luis Enrique Ramos dejó tres hijos huérfanos. Al día siguiente de su asesinato tenía previsto regresarse a Colombia, pues había emigrado para poder mantenerlos. Eduardo Luis, por su parte, dejó una hija que además tiene problemas de discapacidad. “El era sostén de hogar y ahora esa niña quedó desamparada. Todo lo que trabajaba era para ella y para mantenerme a mí. Perdimos, además el contacto con la mamá”, explica la señora Lidia.

Aunque Kleyder Ferreiro, secretario de seguridad y orden pública de la gobernación del estado Lara, afirmó en su momento que era un delincuente peligroso, los familiares desconocen la existencia de algún registro policial que revele algún antecedente penal para Luis Enrique Ramos. Pudieron saber que el Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (CICPC) buscaba a los líderes de bandas mencionados en el audio de whatsapp, sobre el supuesto asalto a la Alcaldía del municipio Torres, pero no tenían nada en sus archivos sobre estas personas. Ninguno figuraba como presuntos delincuentes.

Ambas familias piden justicia y que se limpien los nombres de sus hijos, aunque no ocultan que viven sometidos a la zozobra y el temor a más represalias. “Pasa gente extraña, pasan motos, la gente nos mira extraño. Lo que hacemos en encerrarnos temprano, y que Dios nos cuide, porque aquí nadie cuida a nadie”, comenta la señora Lidia con la voz quebrada.

Las familias Ramos Suárez y Ramos Torbello llevan sus casos con el apoyo organizaciones de derechos humanos, quienes los orientaron para formular las denuncias de la forma que corresponde. “Queremos que se haga justicia porque él (Eduardo Luis) no tuvo nada que ver en ese desastre que se armó ese día. Eso fue una barbaridad. En nuestras vidas va a permanecer por siempre”. Para la memoria de Lidia Romero, queda un video casero de su hijo, pocos días antes de morir, en el que lo grabaron escuchando El Ahijado, una famosa pieza del ícono vallenatero Diomedes Díaz… Y no puedo contestarle ná / porque me dan ganas de llorar /comadre mire cómo es la vida.

Lee y descarga la crónica completa: 

Te invitamos a escuchar el podcast dedicado a la historia de Eduardo Luis Ramos

4/01/2022

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