Crónica | La fe más allá de 90 traslados

Laudelina Romero se enteró por avances de noticias que su hijo, Gabriel Jesús Barros, había sido detenido en Valencia, estado Carabobo, el 6 de agosto de 2017, al quedar involucrado en una protesta que se registraba en el fuerte de Paramacay. La violenta represión aplicada a los manifestantes, por parte de efectivos del Estado, dejó dos muertos, heridos y varios detenidos, entre funcionarios policiales y civiles. Después de casi siete años, atroces torturas, cinco centros de reclusión distintos y más de 90 traslados a tribunales, Laudelina se sostiene en su credo religioso y en que sea “la justicia divina”, la que resuelva el limbo jurídico en el que ha quedado abandonado su hijo, sin el debido proceso y sin pruebas que sustenten los nueve delitos que le han sido imputados.

Inocencia y fatalidad

Para el lapso entre abril y finales de julio de 2017, el OVCS (Observatorio Venezolano de Conflictividad Social) registraba 6.729 manifestaciones antigubernamentales en todo el país, lo cual representaba un promedio de 56 protestas diarias. Aun así, Gabriel Jesús Barros Romero estaba por graduarse con honores de ingeniero en computación, luego de haber logrado cursar su carrera gracias a una beca y mantener un desempeño notable en todos los niveles. Los primeros días de agosto salió de su ciudad natal, Maracaibo, hacia Valencia, en busca de un paquete universitario de materiales para comenzar a ejercer su profesión, y en la vía a sus diligencias se encontró con el episodio que cambiaría su vida y la de su familia de forma irremediable: una protesta cívico-militar se desarrollaba desde la madrugada del 6 de agosto en el fuerte de Paramacay, ubicado en el sector Naguanagua.

El joven de 23 años decidió sumarse a la concentración, por sentirse identificado con el descontento social que movía a los manifestantes, sin siquiera imaginar la magnitud de las consecuencias que tendría que protagonizar y padecer. Junto a otros seis civiles fue detenido arbitrariamente, trasladado a Caracas por vía aérea y recluido en los calabozos de la sede de la Dirección General de Contrainteligencia Militar, DGCIM Boleíta. Allí estuvo aislado y sometido a severas torturas y tratos crueles, que le dejaron secuelas físicas irreversibles. Laudelina dejó toda su vida en Maracaibo y partió desesperada a buscar a su hijo. Le llevó un mes encontrarlo.

Errante y sin juicio

Las máximas autoridades gubernamentales calificaron el asalto como un “ataque terrorista paramilitar”, bajo el nombre de Operación David. El liderazgo del supuesto grupo alzado, se le atribuyó al capitán retirado de la GNB, Juan Carlos Caguaripano Scott.

Entre los cargos que enfrenta, Gabriel Jesús Barros Romero está acusado de traición a la patria, rebelión militar (siendo civil), ataque al centinela y sustracción de pertenencias de la Fuerza Armada. Laudelina da cuenta de todos los centros penitenciarios a los que ha tenido que sobrevivir su hijo. “El 11 de agosto de 2017 fue trasladado al Centro de Reclusión Militar Ramo Verde, en Los Teques, Estado Miranda. El 24 de enero del año 2022, a causa de la reforma del COPP (Código Orgánico Procesal Penal), lo trasladaron de forma arbitraria a Yare III. El 23 de febrero de 2022, fue llevado al Rodeo III. El 30 de junio de 2023, de igual forma, fue trasladado a la Mínima de Carabobo, donde se encuentra actualmente”.

El joven estudiante fue presentado en audiencia preliminar el 16 de septiembre de 2018, más de un año después de su detención. A partir de agosto de 2019, su caso lo llevó el Tribunal Militar Tercero de Control, a pesar de ser un civil. Luego, aunque se daban los traslados hasta la Corte Marcial, el juicio se difirió continuamente durante cuatro años, lapso al que se sumó toda la parálisis generada la pandemia. “Siempre presentaban testigos y testigos, y nunca llegaron a un acuerdo”.

Finalmente, en 2022, el caso de Gabriel Jesús pasó al Juzgado Tercero de Juicio en Valencia, estado Carabobo. El juez a cargo, Luis Francisco Ovalles, estableció que todos los viernes se iban a habilitar audiencias para los acusados. Al respecto, Laudelina describe la agotadora y desgastante rutina que atraviesan semana tras semana. “Yo creo que esto es un atraso para ellos. Ya son más de 90 traslados a los tribunales y no han podido resolver nada. Las audiencias no se efectúan porque se va la luz, o el juez está enfermo, o no hubo traslado de los privados de Ramo Verde, o las personas que ya están en libertad no se presentaron, en fin… La cosa también es que, termina la sesión a las 2:00, 3:00 pm, y ahí se van otras ocho, nueve horas, con los muchachos esperando en el calabozo de los tribunales con ese olor fétido, lleno de excrementos, hasta las 11:00, 12:00 am, que el transporte del penal los pasa a buscar para regresarlos a medianoche. Eso de mantenerlos allí en esas condiciones, es otro maltrato que no entiendo”.

Resistir y persistir

La última vez que Laudelina vio a su hijo fue el 19 de diciembre de 2023. Hasta los momentos, no ha podido reunir los recursos para volver a visitarlo.

El traslado de Gabriel Jesús para la audiencia del pasado jueves 18 de abril también fue en vano. El juez no se presentó porque tenía otro juicio que atender. “Parece ser que este otro proceso es más importante que el de una causa que va para siete años sin respuesta”, comenta con pesar Laudelina.

Cuando tuvo la confirmación de que Gabriel Jesús se encontraba recluido en Ramo Verde, Laudelina consiguió un lugar en Los Teques para estar lo más cerca posible de su hijo. Como tuvo que dejar su casa sola por unos meses, la vivienda fue invadida y saqueada, y ya no le quedó otra opción que vender el terreno por lo que le dieran y quedarse de forma permanente en el estado Miranda, con su esposo y su hija menor. El esfuerzo de tener que caminar hasta el centro penitenciario, cargando bolsos con comida y los insumos que pudiese llevar, le ocasionó dos hernias umbilicales que fueron creciendo al punto de tener que buscar recursos para una cirugía. Posterior a su reposo, Laudelina sufrió una caída y perdió la operación. Aparte del dolor que le produce esta afección, su vista también se encuentra muy deteriorada y no posee las condiciones para atenderse.

Durante los primeros años del encarcelamiento de su hijo, Laudelina recibió ayuda de parte de sus hermanos y otros familiares, “pero al pasar el tiempo, pues cada quien se fue alejando y bueno, me ha tocado sola con mi esposo. Vendemos tortas y otras cositas para poder enviarle a las personas que están en Valencia, que pueden acercarse a los tribunales los días que hay audiencia, y me hacen el favor de llevarle algún medicamento y algo de comidita, porque no le permiten muchas cosas que él necesita. Por los momentos, yo estoy muy lejos y el único contacto que tengo con Gabriel Jesús es lo que él me pueda transmitir a través de estas personas”.

Laudelina siente que ya no tiene nada que buscar en Maracaibo. Lejos quedaron los días en los que construyó un hogar en el que sus hijos crecieron de forma decente y alegre. Atrás quedaron las actividades deportivas de Gabriel Jesús y los eventos que se destacaba como gaitero. Su hija tuvo que migrar recientemente, con la aspiración de poder conseguir un trabajo estable que le permita progresar y obtener ingresos para ayudar a Laudelina con la operación que tiene pendiente. “No es una historia fácil la nuestra, la de una familia que ya estaba consolidada, en la que ya teníamos todo y estábamos juntos, y de la noche a la mañana te quedes sin nada”.

En medio de todas sus limitaciones, Laudelina continúa sin cesar las gestiones y la presentación de recursos que aboguen por la defensa y liberación de su hijo. A sus 55 años, recurre con persistencia a su fe, para desarrollar la entereza que le permita seguir a través de cualquier carencia, angustia y humillación. “Tenemos que seguir hacia adelante, por ellos, porque ellos nos necesitan, ahora más que nunca. Nosotros tenemos que trasmitirles tranquilidad a nuestros presos políticos, para que ellos oren con nosotros también, porque Dios tiene que escuchar nuestra súplica y el perdón de ellos”.

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7. Crónica Gabriel Barros

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Relato Sonoro: 

24/04/2023

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